En 1803, el físico alemán Johann Wilhelm Ritter construyó una pila voltaica a la inversa. La pila Ritter consistía en discos de cobre solamente, también aquí separadas por capas de fondo de cartón empapadas en una solución salina. La columna de Ritter podía almacenar energía eléctrica, pero no producirla. Eso es lo que llamamos una célula, batería o acumulador de almacenamiento secundario. La electricidad necesaria para cargar la pila Ritter, sólo podía ser obtenida de una fuente de energía primaria, como una pila voltaica. Eso hizo el descubrimiento de Ritter interesante, pero de poca utilidad práctica.
1854 surgió un desarrollo importante. El médico y científico alemán Joseph Sinsteden colocó dos placas de plomo en un recipiente con ácido sulfúrico diluido. El ácido sulfúrico reaccionó con la superficie de las placas y se formó una capa de sulfato de plomo. Sinsteden conectó las placas a una fuente de alimentación primaria y vió que una capa de óxido de plomo se formaba en una placa y plomo esponjoso en la otra. Después de esta carga la batería podía ser descargada de nuevo con una corriente de no menos de 2V, mucho más de lo que nunca se consiguió por los predecesores de Sinsteden, Volta y Ritter. Durante la descarga el sulfato de plomo se formó en ambas placas al igual que la primera vez por lo que el proceso podía comenzar de nuevo. Había nacido la batería de plomo!